SEGUROS RAROS

En una conversación con mi tocayo Antonio Velázquez Lacoste  comentamos el tema del seguro para producciones cinematográficas, lo cual hizo que me remontara  a mis inicios en la industria aseguradora y trajo a mi memoria el nombre de Luis Calvillo o Luis Castillo (estoy  seguro del nombre, pero del apellido no).

Luis se especializó en un seguro muy peculiar: cuando un productor cinematográfico requería proteger los equipos de producción audiovisual, buscaba   el respaldo de alguna aseguradora, lo cual resultaba infructuoso, pues, al no ser ese tipo de seguro una opción de “línea”, el empresario deambulaba como alma en pena sin encontrar respuesta, hasta que alguna alma caritativa lo encaminaba a los confiables brazos de Luis.

¿Cuál fue la fórmula desarrollada por el agente para dar respuesta a la necesidad de aseguramiento de quienes se dedicaban a la producción de películas o materiales audiovisuales con fines privados o comerciales?

Seguramente, Luis recorrió también una curva de aprendizaje larga y empinada  hasta encontrar respaldo en un lugar que pocos hubiéramos imaginado: el ramo de Transportes.

La ventaja del ramo de Transportes es su flexibilidad, pues casi cualquier objeto al alcance de nuestra vista ha sido transportado de un lugar a   otro en algún momento de su existencia: taza para café, calculadora, impresora, pluma, lápiz, escáner,  horno, sillón, computadora, lavadora, libro o ventilador. Todo. Incluso, con un pequeño esfuerzo, podemos fácilmente imaginar el empaque de cada cosa: la taza en una caja de cartón, con una retícula del mismo material separándola de sus compañeras;  la impresora y la computadora en cajas individuales, tal vez con plástico de burbujas y varios moldes de unicel para evitar daños durante el trayecto; la lavadora en su gran caja con la impresión de la marca del fabricante; y las plumas y lápices en su caja pequeña, y después en una más grande con varios paquetes de 12 en su interior.

Los requisitos básicos para asegurar un embarque   son los mismos casi para cualquier bien: descripción  de la mercancía y de su empaque, origen y destino, valor  (considerando por lo regular el precio de la factura y los gastos), medio de transporte, ruta y medidas de protección. La cobertura puede ser “Todo Riesgo”, lo cual significa que cualquier daño accidental o el robo se indemnizarán.  

Es claro que una producción cinematográfica no tiene nada que ver, estrictamente, con el transporte de mercancías. Sin embargo, el anónimo suscriptor que encontró la fórmula para proteger los equipos de producción audiovisual, seguramente harto de la insistencia de Luis, reconoció una pequeña grieta en el sólido bloque del ramo:       la producción audiovisual, a semejanza del traslado de cualquier mercancía de un lugar a otro por motivos de fabricación o de distribución, es un proceso temporal. El tiempo requerido para llevar bienes de un lugar a otro varía, por supuesto, en función del origen y destino del viaje y de la rapidez de desplazamiento del medio de transporte. Sin embargo, es un evento único y temporal, muy distinto de una cobertura de edificio, la cual puede prolongarse durante un lapso muy amplio  mediante sucesivas coberturas anuales.

La producción de una película  o de un anuncio para televisión  requiere la transportación del equipo  (cámaras, equipo de iluminación, micrófonos, guías, computadoras, drones, arneses y   muchos otros utensilios) hasta el lugar de la locación. La afortunada coincidencia permite incluir, con calzador, por supuesto, la cobertura en el seguro de Transportes   Carga.

Las mercancías que se transportan de un lugar a otro no siempre permanecen en el medio de transporte durante todo el trayecto. Existen “estadías”, por motivos de logística o  despacho aduanal, o ambas, durante las cuales las mercancías permanecen en un almacén o recinto aduanal durante un tiempo, sin que por ello se considere que el viaje ha terminado.

En el caso de la producción de cine o televisión,  el tiempo de realización del material audiovisual destinado a entretener, informar o vender  se considera (con calzador también, por supuesto) como una “estadía” del equipo de producción. De esa manera, los daños o pérdida que sufran los equipos durante el viaje o en la “estadía” (tiempo de producción) estarán cubiertos por la póliza de Transportes Carga.

No hay duda de que querer es poder: cuando  se lleva a cabo un proceso de identificación y valuación de riesgos, así como un cálculo de la frecuencia y severidad esperada de éstos,   es posible otorgar una cobertura. El ramo al que pertenezca la cobertura y la forma que ésta tome para poder enmarcarla en los esquemas autorizados de una aseguradora es lo de menos. Con razón no se me olvidó el nombre del agente (el apellido es lo de menos) que supo identificar una  necesidad y buscarle solución con el suscriptor desconocido, a quien también habría que construirle un monumento, como al soldado.

Otro caso interesante   de un seguro de los “raros” es el de   Hoyo en Uno.   Nunca he jugado golf;  pero, a fuerza de asistir a cenas y reuniones, casi todas de trabajo, en las cuales uno de los “rompehielos” más recurrentes, además del clima, la última ocurrencia de AMLO o la saturación de información que recibimos a través de las redes sociales, es alguna anécdota o comentario alrededor de una actividad  que acapara la atención de los círculos empresariales del país (la cual se clasifica como deporte siempre y cuando el practicante no utilice el carrito y se abstenga de consumir bebidas alcohólicas durante el trayecto), he escuchado frecuentemente la expresión hoyo en uno.     

¿En qué consiste el hoyo en uno?   

Los 18 hoyos de un campo de golf se clasifican con base en el número de hoyos que, teóricamente, son necesarios para embocar la pelotita de cráteres. Ésta es,  en otras palabras, una medida del grado de dificultad de cada hoyo. Una vez clasificados, los hoyos se denominan par 3, par 4 o par 5.     La suma de los golpes necesarios para embocar  debe ser en promedio 4, con el fin, una vez multiplicados por los 18 hoyos, de obtener el par de campo,   igual a 72 golpes.

A  efectos de conseguir el  hoyo en uno, se escoge siempre un hoyo par 3.   El premio lo obtendrá quien logre embocar la pelota con un solo golpe, en lugar de hacerlo con  los tres que normalmente un jugador calificado requeriría para lograrlo.

El hoyo en uno   es un golpe de suerte  o, en términos formales, un evento aleatorio, posible, concreto, incierto y fortuito. ¿Será menor  la probabilidad de lograrlo para el jugador de hándicap bajo? En teoría sí, pero la evidencia muestra que un jugador con   hándicap alto tiene casi las mismas probabilidades que otro con hándicap bajo. Estoy seguro de que muchos lectores que practican  el golf estarán en desacuerdo con mis inexpertos comentarios; sólo puedo decir que el registro de hoyos en uno me respalda. Sucede algo similar en los pronósticos deportivos. Los expertos comentaristas   del periódico Reforma  rara vez superan los cinco  aciertos (de un total de 13)   en sus predicciones semanales. Cualquier ama de casa, ignorante absoluta del cambio de entrenador,  de la falta de pago a los jugadores, los problemas de vestidor o la racha de cada equipo, puede hacerlo mejor.

¿Cómo calcula un suscriptor, quien probablemente nunca haya jugado golf, la cuota que se ha de  cobrar por arriesgar el dinero de la aseguradora en el torneo del próximo fin de semana? Si tiene un registro de la frecuencia con la cual se logra un hoyo en uno,  tendrá la base de cálculo necesaria. Sin embargo, hay otros factores que se pueden considerar, para lo cual sí es necesaria la asistencia de alguien que sepa de golf.

El primer factor por  revisar es la dificultad del hoyo par 3  seleccionado. La obligación de clasificar los 18 hoyos bajo el criterio del número de golpes requerido para meter la pelota de manera que la suma total de éstos nos dé  72 obliga necesariamente a sobreestimar o subestimar la dificultad de uno o más hoyos. Es necesario evitar la selección de un hoyo par 3 que en realidad sea par 2… Mejor preguntar.

Otro factor importante es la designación de un inspector que acuda al evento y permanezca en el punto de salida del hoyo seleccionado, asegurándose de que los participantes se apeguen a las reglas y no se presente alguna “desaparición misteriosa” de la pelota en el lugar indicado.

¿Por qué es tan interesante el caso del seguro de   Hoyo en Uno? Principalmente porque muestra, de una manera sencilla, la importancia de realizar una suscripción concienzuda   obteniendo la información necesaria y verificando la ejecución de la actividad que puede resultar en la realización del riesgo.

Casi cualquier riesgo puede asegurarse    siempre y cuando haya un suscriptor a la mano.

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