El desastre de la inversión en Pemex

La inversión de Pemex se desplomó en el sexenio de Enrique Peña Nieto.

Uno podrá tener diferencias respecto a la estrategia planteada por la administración de López Obrador, pero su diagnóstico es certero.

La inversión física del gobierno en la industria de hidrocarburos cayó 51.8 por ciento en términos reales entre el último año del gobierno de Calderón y el último de Peña Nieto.

Con una caída así no se puede esperar otra cosa que caída en la producción.

Pasó todo lo opuesto durante el periodo 2006-2012: en este lapso se disparó la inversión de la petrolera. El comparativo entre el último año de Fox y el primero de Calderón reporta un crecimiento de mil 203 por ciento en términos reales en la inversión de la empresa petrolera.

Pero, claro, veníamos de muy abajo. En el sexenio de Fox la caída fue de 47.7 por ciento en términos reales y en el de Zedillo habíamos caído en 2.5 por ciento.

Para resumir, entre el año de 1994 y el 2018, la inversión de Pemex creció a una tasa media anual de 5.2 por ciento, pero su crecimiento se concentró en el sexenio de Calderón. En todos los demás cayó.

Es increíble que, en el sexenio de Fox, cuando tuvimos precios de los hidrocarburos como ya no los hemos visto y cuando se logró el récord histórico en la producción de petróleo, hayamos tenido una caída de la inversión prácticamente a la mitad.

Este hecho refleja el estilo de comportamiento de las finanzas públicas, en el que la dependencia a los ingresos petroleros se hizo crónica.

El fracaso de la reforma fiscal prevista originalmente y que al final se concentró en el ya olvidado IETU, así como la irresponsabilidad fiscal de los estados, ordeñaron a Pemex hasta donde ya no se pudo más.

Ante la caída de la producción que comenzó a partir del 2004, el gobierno de Felipe Calderón reaccionó positivamente incrementando fuertemente la inversión de la petrolera.

Sin embargo, hubo ineficiencias internas en Pemex, pues pese al extraordinario crecimiento de los recursos invertidos, no logró contenerse la caída en la extracción de crudo ni en las reservas.

En el gobierno de Enrique Peña se recortó de nueva cuenta, severamente, la inversión ante el desplome de los precios de los hidrocarburos.

Tiene todo el sentido invertir más en exploración y en producción en Pemex.

Apenas para llegar al nivel que tenía en 2012, el último año de Calderón, su inversión debería duplicarse.

El año pasado alcanzó los 187 mil 366 millones de pesos. Llegar al nivel real de 2012 implicaría invertir este año algo así como 189 mil millones más, para llegar a 377 mil millones de pesos.

Ni lejanamente se va a alcanzar esta cifra. La meta es de 288 mil millones.

Al menos en enero ya creció la inversión de Pemex en 36.8 por ciento en términos reales, lo que es una buena señal.

Sin cuestionar las ventajas de aumentar nuestra capacidad de refinación; sin descalificar el proyecto de la refinería de Dos Bocas, surge simplemente el tema de la oportunidad.

¿No debería ser lo razonable que cualquier peso disponible para Pemex se invirtiera este año (y quizás el siguiente) en aumentar la capacidad de producción y fortalecer su actividad exploratoria?

Es un tema de mera racionalidad en la lógica de fortalecer financiera y operativamente a la empresa y dejarla lista para la cuarta transformación.

La otra opción es llevar a la empresa al desastre… pretendiendo fortalecerla.

¿Cuál habrá de elegirse?

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