Día del Trabajo
«El primero de mayo es el único día verdaderamente universal de la humanidad entera, el único día donde coinciden todas las historias y todas las geografías, todas las lenguas y las religiones y las culturas del mundo; pero en los Estados Unidos, el primero de mayo es un día cualquiera.
Cada 1º de mayo el mundo recuerda a esos mártires, y con el paso del tiempo las convenciones internacionales, las constituciones y las leyes les han dado la razón. Sin embargo, las empresas más exitosas siguen sin enterarse. Prohíben los sindicatos obreros y miden las jornadas de trabajo con aquellos relojes derretidos de Salvador Dalí
Eduardo Galeano
El 1º de Mayo continúa siendo una fecha emblemática para la sociedad en su afán por reivindicar los derechos sociales y el derecho a una vida digna. A lo largo de la historia de la humanidad, los movimientos de los trabajadores en el mundo han reflejado las necesidades y carencias a los que gran parte de las sociedades han sido sujetas bajo regímenes esclavistas, feudales o patronales. Después de la Revolución Industrial las malas condiciones de trabajo y vida de la clase obrera se exacerban: explotación laboral, remuneraciones ínfimas y precarias, condiciones de trabajo insalubres, horarios interminables y pagos a destajo, trabajo infantil y femenino subpagado, entre otras calamidades. Es en este contexto que durante el siglo XIX el movimiento obrero cobra mayor relevancia, manifestándose con notorio vigor y presencia en los Estados Unidos, considerando la importancia que se otorgó a la industrialización como base de su desarrollo económico capitalista. Se dice que los albañiles y los carpinteros de Nueva York y Boston fueron los precursores remotos de la lucha obrera. La contienda obrera se dio en diversos ámbitos y lugares, sin embargo, destacan los sangrientos sucesos que culminaron con la tragedia de Chicago, iniciada en mayo de 1886 y epilogada con el ahorcamiento de varios dirigentes sindicales anarquistas el 11 de noviembre de 1887, que desde entonces son conocidos mundialmente como los Mártires de Chicago. A ellos se debe que la clase proletaria, después de muchas luchas, disfrute ahora de la jornada máxima de labores de 8 horas.[1]
La fecha se fijó durante el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional celebrado en París en 1889. La idea era recordar y reivindicar a los Mártires de Chicago, grupo de sindicalistas que fueron condenados a muerte por su participación en una huelga que inició el 1 de mayo de 1886 en Estados Unidos. El movimiento huelguístico en Chicago se prolongó hasta el cuatro de mayo, a pesar de la represión. Durante un mitin en la Plaza Haymarket, un desconocido arrojó una bomba contra la policía acto que causó la muerte de siete gendarmes; la policía respondió disparando contra los manifestantes asesinando a varios, sumado a ello detuvo a los oradores quienes fueron acusados de ser los autores intelectuales del ataque. Un año después, y tras un juicio manipulado, cinco de los inculpados fueron sentenciados: cuatros sucumbieron en la horca, uno más se suicidó[2].
“Cada primero de mayo serán resucitados”
“Les espera la horca. Eran cinco, pero Lingg madrugó a la muerte haciendo estallar entre sus dientes una cápsula de dinamita.
Fischer se viste sin prisa, tarareando “La Marsellesa”. Parsons, el agitador que empleaba la palabra como látigo o cuchillo, aprieta las manos de sus compañeros antes de que los guardias se las aten a la espalda.
Engel, famoso por la puntería, pide vino de Oporto y hace reír a todos con un chiste. Spies, que tanto ha escrito pintando a la anarquía como la entrada a la vida se prepara, en silencio, para entrar en la muerte.
Los espectadores, en platea de teatro, clavan la vista en el cadalso. Una seña, un ruido, la trampa cede… Ya, en danza horrible, murieron dando vueltas en el aire.
José Martí escribe la crónica de la ejecución de los anarquistas en Chicago. La clase obrera del mundo los resucitará todos los primeros de mayo.
Eso todavía no se sabe, pero Martí siempre escribe como escuchando, donde menos se espera, el llanto de un recién nacido”.
Eduardo Galeano, fragmento del libro “De los Abrazos”
El Día del Trabajo se conmemora internacionalmente desde 1889, como homenaje a estos obreros sindicalistas anarquistas de Chicago el 1º de mayo se reivindica lucha de los obreros por sus derechos laborales[3]. Con el transcurso del tiempo, la conmemoración de esta fecha se convirtió en una celebración tradicional, que pone de manifiesto, que la lucha por mejorar las condiciones laborales de los trabajadores sigue vigente[4].
En México, la lucha por los Derechos Humanos en el trabajo también tuvo su expresión en el movimiento obrero, que dio lugar a la incorporación de los Derechos Sociales en la Constitución Mexicana de 1917, así en el Artículo 123º, se establecen los derechos laborales; la creación de tan importante artículo se debe a la influencia de Francisco J. Mújica, profesor michoacano, vinculado a los Flores Magón y su Plan del Partido Liberal. También se creó la Ley Federal del Trabajo para regular las relaciones laborales entre trabajadores (as) y patrones (as)[5].
Posteriormente el 30 de noviembre de 2012, se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Decreto por el que se reforman, adicionan y derogan disposiciones de la Ley Federal del Trabajo. Dentro de estas adiciones podemos encontrar el concepto de trabajo “digno o decente” como aquel en el que se respeta plenamente la dignidad humana del trabajador; no existe discriminación por origen étnico o nacional, género, edad, discapacidad, condición social, condiciones de salud, religión, condición migratoria, opiniones, preferencias sexuales o estado civil[6].
El derecho al trabajo es un derecho fundamental y esencial para el ejercicio de otros derechos humanos y constituye una parte inseparable e inherente de la dignidad humana. Toda persona tiene derecho a trabajar para poder vivir con dignidad[7]. Asimismo, es necesario seguir trabajando para lograr los Objetvos de Desarrollo Sostenible (ODS), respecto al día mundial del atún podemos enfocarnos al “Objetivo 14” ya que nos habla de “Conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible[8]. O en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), donde el trabajo tiene por base el reconocimiento de la dignidad inherente a todos los miembros de la familia humana y de sus derechos iguales e inalienables como lo señala su artículo 6º, así como el reconocimiento de los derechos de los trabajadores en lo relativo a condiciones de seguridad laboral y remuneración, es decir recibir un salario equitativo y justo que les permita vivir y asegurar la vida de sus familias, el descanso y disfrute de su tiempo libre, tal como se subraya en el artículo 7º del mismo documento. Estos derechos fundamentales también incluyen el respeto a la integridad física y mental del trabajador en el ejercicio de su empleo,[9]. el derecho a seguridad social, el derecho a formar sindicatos, el derecho a huelga, entre otros[10].
En la actualidad, donde las condiciones socioeconómicas y las relaciones laborales se han visto modificadas en el tránsito de una sociedad industrializada a una sociedad de tecnologías de información, las sucesivas reformas laborales de flexibilización y desregulación en el marco de la globalización han precarizado las condiciones de vida, polarizado los escasos empleos entre seguros y subcontratados, minando la justicia laboral y generado exclusión por el analfabetismo funcional de algunos trabajadores ante las rápidas innovaciones tecnológicas entre otros aspectos. Es fundamental recuperar el sentido del trabajo poniéndolo en el centro de los valores sociales y aplicar los mecanismos de defensa de derechos humanos que permitan el desarrollo y vida digna de las personas[11].