¿Cómo convertir tu seguro de vida en activo financiero?
En 1953, Walt Disney requería un préstamo bancario, el que nadie le quiso otorgar, para fundar su primer parque de diversiones, el ya mundialmente famoso Disneyland. En 2007, el senador del Partido Republicano de los Estados Unidos John McCaine pretendía obtener un préstamo para financiar su campaña presidencial, pero ningún banco quiso otorgárselo. En ambos casos, el obstáculo más importante era la edad de los solicitantes, puesto que al estar los dos en tiempos de su vida bastante avanzados, las posibilidades del no pago por fallecimiento eran una preocupación legítima. ¿La solución? Usar sus seguros de vida como colaterales.
Para Andrés Preciado Gutiérrez, fundador y CEO Financial Advisors Planning Group, y quien nos cuenta ambas anécdotas, “un seguro de vida es un activo financiero generador de riqueza en la muerte y de paz en la vida. Pero los seguros de vida están en constante evolución. Tenemos que entender que vienen desde las épocas de las cavernas. En el pasado se le conocía como el ‘padrinazgo’: los hombres que salían a cazar buscaban un padrino que se comprometiera a cuidar a los miembros de su familia en caso de que algo le pasara a él, trato que la contraparte aceptaba, puesto que el cazador era quien traía los alimentos para todos. Hoy, los seguros de vida son una necesidad, un ahorro y una inversión”.
Dos artículos publicados en Forbes México: “Tu gasto hormiga es tamaño elefante, ¿no me crees?” y “5 consejos de una mexicana para que alcances la libertad financiera”, invitan e inspiran a los lectores a ahorrar y generar activos. Andrés Preciado es contundente en ese sentido y complementario a ambas visiones: “Todo el mundo puede ahorrar. Se trata de manejar el dinero, tener prioridades, saber qué se quiere en la vida y organizar su flujo. La adquisición de bienes a través de deuda es algo poco inteligente. La adquisición de activos, entre ellos los seguros, a través de ahorro es muy valioso.”
Y es que, como dice Andrés, el seguro de vida es un ahorro, en su concepción más básica, pero también es una inversión que produce un activo, como en los dos ejemplos citados antes. Pero no es el único y Andrés nos comparte varios:
“Tenemos una empresa farmacéutica, nueva, que lleva un lustro financiando la investigación de un gran científico, con el que esperan lanzar un producto. Hace unos años necesitaba él unos años más de investigación a lo planeado, algo que es muy normal en ese medio. El banco sólo les prestaba si había un seguro de vida para el líder investigador, la persona clave en el proyecto, porque es obvio que sin él no hay nada. Se toma entonces ese seguro como un colateral. Pero podemos ir más allá: en esa misma empresa, la persona podría fallecer y, claro, la compañía no tenía interés en perder todo lo hecho. Para ese caso se adquirió otro seguro de vida para su científico, y si éste no llegara a concluir su trabajo por esta causa, se usaría el dinero del seguro como capital para atraer a otro investigador capaz de continuar el trabajo.”
Pero el seguro de vida, en su funcionalidad clásica es un ahorro para las épocas en que más se necesita. Andrés tiene una visión más compleja: “Cuando yo pienso en seguros de vida, pienso en liquidez, pero una con grandes ventajas: una, es inembargable, y dos, no genera cargas fiscales. Un seguro de vida no tiene impuestos de sucesión. Una de mis clientes, por ejemplo, dejó un seguro de vida para que su fundación –enfocada a atender niños víctimas del conflicto armado– siga una vez que la vida de ella se extinga. Ésa es su pasión y ella quiere estar tranquila sabiendo que después de que ella se vaya, su obra va a continuar y sus niños van a estar bien.”
En estos momentos, el candidato presidencial de Estados Unidos Bernie Sanders constantemente repite la frase: “No es justo que por ir a recibir atención médica salgamos quebrados.” Una situación que es más común de lo que uno podría llegar a creer. En un artículo de El País de España, la columnista Rosa Montero estipulaba: “Hay cerca de 7,000 enfermedades raras. Todas sumadas, afectan a cerca del 7% de la población, lo cual es una cifra abultadísima.” Abultadísima quiere decir 490 millones de personas. “El tratar ese tipo de enfermedades puede llegar a costar una fortuna –nos cuenta Andrés–, y lo peor de todo es que el resultado final, gran parte de las veces, es el fallecimiento. Frente a eso, el seguro de vida se usa para solventar esos gastos descomunales pero inevitables, evitando la bancarrota de la familia.”
Por último, tocamos con Andrés el miedo inherente que tienen las personas a la mala fama de las empresas aseguradoras, a las que se les acusa comúnmente de no pagar cuando deben responder. Frente a esto, nos dio un sano consejo sobre cómo actuar frente a la compra de un activo de este tipo:
“Lo más importante a la hora de adquirir un seguro, que es comprar un activo, es revisar los clausulados. El 95% de los problemas que se presentan a la hora de pagar el beneficio del seguro se dan por no haber explicado o no haber entendido bien el clausulado, algo que es responsabilidad compartida: del consultor por no explicar bien y del cliente por no entenderlos a cabalidad. El otro 5% se debe a la falta de sinceridad del cliente, quien busca estafar a la compañía. Si se encuentra una buena compañía aseguradora, con buena calificación de riesgo, con premios que la certifiquen, si el consultor explica bien y el cliente entiende bien los clausulados, las compañías de seguro pagan. Estas compañías están hechas para pagar. Por algo han existido desde siempre. El primer pago de seguros viene desde la época romana. Cuando un soldado fallecía, la República le entregaba denarios a su familia por el servicio prestado. Las caravanas que iban por la ruta de la seda hacían un fondo común para que si alguna era desgraciadamente robada, pudiera recuperar el costo de su carga. Los seguros de vida son matemática pura. Son cálculos, estadísticos, financieros, para pagar cuando toca y para recibir cuando toca.”
Según un estudio de la reaseguradora Swiss Re, publicado por el diario La República de Colombia, en América Latina el 95% de “los pequeños empresarios consideran que los seguros son un gasto y que jamás va a compensar el dinero que se destina a ellos”. Andrés ha fundado una empresa cuyo objetivo es explotar este tipo de activo al máximo, trayendo una nueva visión a la industria, la que ha permitido mantener ventas estipuladas en 500,000 dólares al año. Su invitación es clara: “Adquirir un seguro, verlo como ahorro y explotarlo como activo.”