EN EL VIAJE DE LA VIDA, TÚ ERES TU PROPIO SHERPA

En India, en la región del Tíbet,   donde existen áreas verdaderamente inhóspitas y peligrosas, se acostumbra que los viajeros que desean visitar ciertos lugares se hagan acompañar de guías, personas  con amplio conocimiento de la región, de sus peligros y de cómo enfrentarlos que se llaman sherpas.  

Los sherpas  están preparados para lograr el objetivo de guiar con bien a los visitantes. En la actualidad existen alrededor de 190,000 sherpas, que  se han ganado a pulso el apelativo de Superhombres  o Héroes del Everest.    

Un sherpa  jamás sabe si va a regresar de un viaje o  si podrá salvar a otras personas; y muchos pierden la vida en su actividad.

En la segunda mitad del siglo pasado se empezó a hacer cada vez más común que muchos escaladores intentaran subir el Everest. Hoy en día  es usual que muchos alpinistas y aventureros (algunos bien preparados y otros no tanto) lo prueben; y, por el hecho de tener recursos, arriesgan su vida y la de los sherpas para lograrlo, ya que, si un sherpa se contrata para guiar a una o más personas, hará hasta lo imposible, incluso arriesgar su propia vida, para llevar a buen destino a sus guiados.

A mí me encanta la  historia de un sherpa  al que se contrató para acompañar a cierto  individuo que haría una travesía especialmente peligrosa. Cuando  se encontró con el viajero, le explicó que antes de emprender el viaje  era necesario permanecer en esa población por un tiempo y prepararse para iniciar la marcha.    

El viajero accedió  siguiendo las instrucciones del sherpa,  y después de que éste verificó que el viajero venía en condiciones de caminar largos trayectos  y una vez que compraron los víveres y provisiones que requerirían, se sentaron en un parque.

El viajero esperaba que el sherpa  le diera un sinfín de instrucciones. Sin  embargo, el sherpa permaneció en silencio por un lapso considerable,  y el viajero sólo lo observó.

En lugar de esa importante instrucción que  esperaba el viajero, el sherpa solamente comenzó a platicar sobre lo que habían sido sus primeros años de vida y explicó  con gran detalle una historia estremecedora acerca de las tragedias que vivió de niño al ver morir a sus familiares, asesinados en la década  de los sesenta por las tensiones que hubo en China, y cómo sobrevivió escapando a la zona del Himalaya.

Después ambos permanecieron en silencio, hasta que el viajero sin más se animó a preguntarle: “¿Por qué me cuentas todo esto?”. 

El sherpa  después de unos minutos de silencio  simplemente le respondió:

“Mañana y durante largas y difíciles semanas, tu pondrás tu vida en mis manos. Es  bueno que al menos sepas quién soy y en manos de quién estás poniendo tu vida”.

Es de sobra conocida la analogía de comparar  esta vida con un viaje larguísimo, lleno de vicisitudes. Solo  que este viaje vital es muy diferente. Si bien podemos tener varios  compañeros durante nuestra existencia, algunos temporales, otros con los que compartimos grandes travesías;  incluso algunos a los que llamamos compañeros de vida, como podría ser nuestra pareja, la realidad es que este viaje de la vida  es sin duda distinto.

Aquí, por lo general, en la primera parte del viaje tenemos ciertos guías, como   nuestros padres y maestros, quienes nos van a ayudar a prepararnos para la mayor parte del recorrido;  pero más tarde o más temprano deberemos seguir el viaje dependiendo sólo de nosotros. Claro está que existen algunos que quieren un sherpa  del cual no despegarse en todo el trayecto para que éste los guie hasta el final, pero eso es prácticamente imposible.

Queramos verlo o no, esta  vida es individual; existe la inexorable   Ley de Individualidad, y nadie puede pensar o  aprender por nosotros, ya sea que lo aceptemos o no. En  esta vida llegará el momento en que estemos solos por nuestra cuenta;  y, cuanto antes lo entendamos y más nos preparemos, más fácil se nos hará el recorrido y resolveremos cualquier dificultad que se nos presente.

 Sí, en esta vida,  lo quieras o no, “tú eres tu propio sherpa”.  

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