MANEJO DE ESTADOS EMOCIONALES EN SINIESTROS
El estrés es un estímulo de fuerzas externas que producen efectos transitorios o permanentes, que a su vez dejan secuelas físicas o psicológicas. El estrés es la respuesta del organismo a cualquier demanda (Hans Selye, 1926). Esta respuesta puede considerarse como un conjunto de acontecimientos que se apoderan del individuo o como un conjunto de reacciones psicológicas y fisiológicas.
Estas demandas provocan respuestas tanto fisiológicas como psicológicas ante determinados estímulos “estresores”. Según el doctor Serafín Aldea Muñoz, profesor titular en el Departamento de Psicología de la Escuela Universitaria de Educación de Soria, los automovilistas se ven afectados por una serie de factores psicológicos relacionados con los accidentes de tránsito.
Las personas suelen conducir de forma similar a como se comportan; reproducen al volante sus rasgos de personalidad, que durante esa acción se ve aumentada por el estado de ánimo del momento y el estrés. Se puede decir que el estrés es parte de nuestro estilo de vida y que es producto del estímulo al espíritu de competencia, agresividad, inquietud, agobio y sobrecarga de trabajo.
El estrés es un factor preponderante en los accidentes de tránsito, ya sea provocado directamente por el accidente o indirectamente por otros factores, como el trabajo, todo lo cual hace más vulnerable al individuo al disminuir su capacidad cognitiva o motora y su percepción y atención.
El estrés constituye una parte integral de nuestra vida; es un requisito básico en el proceso de desarrollo personal. Existe evidencia de que aun antes del nacimiento el estrés afecta al producto. El estrés que se experimenta durante el proceso de embarazo puede influir tanto en la madre como en el feto.
De manera general, y a la vez confusa, el estrés está referido tanto a situaciones o estímulos que provocan demandas de carácter físico o psicológico en el individuo como a las reacciones emocionales o fisiológicas que se experimentan bajo este tipo de situaciones. Los efectos adversos del estrés en la salud física y el estado emocional de una persona han sido ampliamente descritos en la literatura psicológica y médica.
Dos tipos de estrés
En términos generales, se puede hablar de dos tipos de estrés:
- Estrés positivo (eustrés).Pose (2005) define el eustrés como un estado en el cual las respuestas de un individuo ante las demandas externas están adaptadas a sus normas fisiológicas. El eustrés es el fenómeno que se presenta cuando las personas reaccionan de manera positiva, creativa y afirmativa frente a una circunstancia determinada, lo cual les permite resolver sus capacidades y destrezas.
- Estrés negativo(distrés).Cuando las demandas del medio son excesivas, intensas o prolongadas y superan la capacidad de resistencia y de adaptación del organismo de un individuo, se pasa al estado de distrés o estrés malo.
En la sociedad actual, el estrés es omnipresente, constante. Quizá es algo que se esté dando por sentado debido a que, en general, el conjunto de la sociedad no es capaz de identificarlo o cree que lo que sufre es otro tipo de malestar. Hay muchas situaciones en nuestra vida cotidiana que nos generan dicha sensación, y cada persona responde de un modo distinto.
¿Qué hace que un estresor lo sea?
Dejamos de ser funcionales porque el malestar nos sobrepasa, y esto disminuye nuestra capacidad de realizar actividades habituales, de concentración. Algunos de los síntomas más frecuentes del estrés van de la irritabilidad a la depresión, y por lo general están acompañados de agotamiento físico o mental. No hay ganas de hacer nada.
Este estado mental genera diversas consecuencias que no solo afectan a lo laboral y a la salud, sino también a la de quienes están en el entorno más próximo, como los compañeros de trabajo y los clientes. En el caso que ahora nos ocupa, los asegurados que acaban de tener un siniestro y que están estresados.
Síntomas del estrés postraumático
Para la mayoría de los que sufren un accidente de tránsito, los sentimientos negativos permanecen durante un tiempo largo e interfieren con las actividades cotidianas. Es posible que se padezca alguno de los siguientes problemas:
- Una sensación general y continua de intranquilidad.
- Ansiedad al conducir o andar en vehículos.
- Negarse a realizar pruebas o procedimientos médicos.
- Irritabilidad, preocupación o ira excesiva.
- Pesadillas o problemas para dormir.
- Sensación de que uno no está conectado con otros hechos o personas.
- Recuerdos continuos del accidente que no se pueden detener ni controlar.
¿Cómo manejar el estrés de un asegurado?
- Pregúntele si se encuentra bien y envíe los auxilios pertinentes en caso de que hubiera heridos.
- Escuche, no presione. Asegúrese de que la persona afectada quiere escuchar y hablar. Si la persona no está lista o dispuesta para hablar de ello, no la presione; puede ser que por su estado de estrés tenga dificultades para reconocer la dirección en donde se encuentra o recordar el número de póliza.
- Elija un momento para hablar. Haga preguntas si no entiende algo. Evite cualquier impulso de cuestionar, hacer suposiciones, dar consejos o decir: “Sé cómo te sientes”.
- Reconozca el momento oportuno de hacer una pausa. Si siente que la conversación se está volviendo demasiado intensa, dele al afectado la oportunidad de detenerse para luego continuar, brindándole información objetiva sobre el ajuste o el tiempo aproximado de espera.