Pemex ¿agoniza?
Petróleos Mexicanos (Pemex), por lo menos en el papel, es la empresa petrolera nacional, patrimonio de la Nación mexicana. Algunos colegas, por quienes tengo un profundo respeto, aseguran que esa empresa ha entrado a su fase terminal (por ejemplo, el artículo de Marcos Chávez, “Pemex: una muerte cruel, injusta y definitiva”, en Contralínea 471, del 18 de enero de 2016). Este texto no pretende polemizar, a lo mejor hasta permite reforzar los argumentos de Marcos.
Coincido con los que consideran que la defensa de una empresa petrolera del Estado es una de las tareas fundamentales en cualquier país petrolero; su existencia podría ayudar en el cuidado de la seguridad energética, lograr grados de autonomía y participación popular en la discusión sobre el uso eficiente de los recursos naturales. Es una tarea permanente, sea cual sea la situación política y la legislación vigente.
El objetivo en esta nota es otra aproximación a lo que realmente está pasando en Pemex, sin anticipar lo que le puede ocurrir en el futuro pero, ciertamente, aún no acontece.
Para comenzar sería necesario distinguir: 1) las medidas inevitables ante la caída de precios en el mercado mundial, la empresa nacional, igual que otras petroleras, ha sufrido reajustes presupuestales y contracción severa de actividades, cancelación de proyectos y de algunos contratos, pero es preciso diferenciarlos de, 2) la disminución de Pemex como resultado de la política neoliberal de repliegue del Estado de las actividades productivas.
Buscando indicadores que se puedan medir comenzamos por contar los campos petroleros que ha perdido. Realizamos entrevistas y revisamos con detalle esta forma de evaluar la Ronda Cero, ante la que consideramos insuficiente información limitada al de las llamadas reservas 2P que supuestamente recibió.
La pérdida de campos
Desde la Ronda Cero, le amputaron a Pemex más de la mitad de sus campos, ciertamente ninguno de los principales, veamos las cifras:
No necesitamos exagerar
A Pemex le quitaron desde 2014 más del 60 por ciento de los campos, pero conservó casi todos los campos que estaban en producción. En la Región Marina Noreste “sólo” fue expulsado de uno llamado Után. No ocurrió lo mismo en la Región Marina Suroeste, especialmente en su parte más cercana a la costa, el Litoral Tabasco, donde perdió varios muy importantes por sus volúmenes de reservas probadas y probables.
Asimismo, le permitieron conservar los principales proyectos en mar y en tierra.
Tal vez, como algunos colegas opinan, el gobierno hubiera querido vender todo y como en la Argentina de Carlos Menen, desaparecer a Pemex de un plumazo y retirase de la actividad, pero, por múltiples razones, mantiene los campos y proyectos más importantes.
En algunos casos la participación del capital extranjero ya avanza por diversas vías, por ejemplo: en la explotación de los complejos Cantarell y Ku Zaap Maloob (cerca de un millón de barriles diarios) el gobierno ya está asociado con grandes empresas suecas, japonesas y gringas, esos campos funcionan conectados a la planta de nitrógeno, ubicada cruzando el puente que une a Ciudad del Carmen con Atasta; lo que podría ofrecer en nuevas licitaciones sería algún otro servicio u operación sin afectar la parte de los complejos que no es de su propiedad.
Probablemente, la mayoría son campos maduros sin reserva probada; pero en la licitación 2, celebrada el 30 de septiembre, el gobierno empezó a entregar campos con una suma de reserva probada más probable de más de 250 millones de barriles de crudo equivalente y casi todos con reserva probada, el cuadro siguiente desglosa las cifras.
Áreas exploratorias perdidas
La Ronda Cero retiró a Pemex totalmente de casi toda la costa de Tamaulipas, en donde la entonces paraestatal había iniciado un proyecto llamado “Lamprea”; asimismo le negó la posibilidad de trabajar en la costa Norte de Veracruz, en donde descubrió gas en una zona llamada Lankahuasa, ciertamente muy pobre, el mapa a continuación muestra que tampoco recibió la asignación de desarrollo, lo que podría interpretarse como que el gobierno canceló ese proyecto, tal vez por sus altos costos. La ausencia de información es una muestra de la opacidad con que opera la reforma.
También se le expulsó del área Veracruz costa afuera, aproximadamente a la altura de puerto del mismo nombre; finalmente, también del llamado Proyecto “Progreso”, frente a la costa yucateca; este último caso podría ser una buena noticia si la cancelación fuera definitiva, pues cualquier trabajo petrolero en esa área aumenta la destrucción del arrecife “Alacranes” con consecuencias catastróficas.
La reduccion de Pemex en superficie geografica
Eludiendo el examen de las reservas porque requieren estimaciones de las modificaciones sufridas por el derrumbe de los precios, subrayemos que la superficie total de las asignaciones de Pemex son sólo la mitad de los 178 mil 554 kilómetros cuadrados que se destinan para las subastas programadas para el quinquenio 2015-2019.
A continuación un cuadro que aún eleva las cifras de las licitaciones que se planean realizar en lo que queda del sexenio.
Puede verse que con solamente dos rondas, el gobierno entregaría más territorio que todo lo que dejaron a Pemex.
Más reducciones
Es necesario aclarar que el grupo de campos llamados “asignaciones temporales” o campos en resguardo, también forman parte de los campos perdidos. La Secretaría de Energía los define del siguiente modo: “campos en producción asignados por un período de dos años o hasta que el Estado las licite”.
Sólo hasta bien avanzado el año 2015, cuando la asfixia presupuestal ahogaba a la empresa, se pudo conocer la existencia de esos 95 campos que Pemex había recibido “en resguardo”, pero sin recursos presupuestales no podía seguir operando y pretendía devolverlos. Si están “en producción”, puede inferirse que la crisis de precios hizo inviable continuar explotándolos. Al parecer algunos ya fueron subastados, pero no conocemos la lista completa ni su ubicación, aunque continuamos reconstruyéndola.
Famouts y migraciones
Hay dos renglones en los que Pemex, sin perder los campos, ha sido obligado a compartir su explotación y, consiguientemente, las utilidades operativas. El primero lo forman 10 campos que fueron asignados a Pemex condicionados a ser desarrollados en asociaciones, llamadas farmouts.
El segundo grupo de campos que Pemex todavía mantiene pero podría perder en el futuro, es el de los campos que ya fueron licitados en el modelo llamado Contrato Integral de Exploración y Producción (CIEP), el cual según las disposiciones de la reforma energética deben “migrar” a cualquiera de los nuevos tres tipos de contrato: producción compartida, utilidades compartidas y licencia. Desde diciembre de 2014 se inició el proceso de “migración”, pero se encuentra detenido por la resistencia de las empresas.
“De buey migro”
En números anteriores de Contralínea hemos abordado este tema en el que también creemos que hay algunas confusiones. Unas pocas empresas que ganaron CIEPS han tenido éxito especialmente Petrofac, que descubrió un campo importante con más de 60 millones de reservas probadas en Tabasco.
También Diavaz logró nueva producción efímera en San Luis Potosí y en Chijol, al Norte de Veracruz; pero la mayoría de los contratistas están paralizados en espera de la recuperación de precios; algunos han manifestado en entrevistas que desean devolver sus bloques.
Un personaje de la industria vinculado a los empresarios nos reveló la expresión de un contratista: “de buey migro”. El gobierno oculta la información, pero aseguramos a nuestros lectores que, si los precios no levantan lo suficiente para hacer rentables algunos bloques, serán cancelados. El problema de fondo es que los costos de las herramientas y técnicas para rehabilitar campos maduros son muy elevados en México y no permiten recuperar las inversiones.
¿Pemex totalmente desplazado de los no convencionales?
En diversos textos, muchos analistas a los que se agrega su servidor, han concluido que la reforma energética es una apuesta del gobierno de Enrique Peña de que existen grandes volúmenes de hidrocarburos en dos nuevas áreas en las que hoy no tenemos producción: las lutitas y las aguas profundas del Golfo de México; la mayor parte de ellas forman lo que llaman “recursos prospectivos”, porque no se han demostrado reservas de ningún tipo.
La mayor parte de las áreas que se pretende entregar vía contratos, se ubican en las aguas territoriales del Golfo de México, y si enfocamos a las áreas terrestres, la mayor parte se concentran en el Norte de Veracruz, un poco en San Luis Potosí e Hidalgo; las de gas en los estados del norte de nuestro país: especialmente Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León.